La regla de las 3Rs tiene como objetivo cambiar nuestros hábitos de consumo para que sean más sostenibles mediante la reducción de residuos.
Los tres conceptos básicos de la regla de las 3Rs son:
Reducir
Si conseguimos reducir el consumo, estaríamos reduciendo el problema. Los consejos que podemos aplicar serían los siguientes:
Reutilizar
Si conseguimos reutilizar los materiales que utilicemos durante su proceso de fabricación y aprovechar los residuos que se generen, la extracción de la materia prima se minimiza de manera considerable.
De esta manera, las empresas se ahorrarán los altos costes que esto supone y el medio ambiente podrá respirar mucho mejor. Los expertos calculan que se podrían reducir las extracciones de materia prima en más de un 70%.
Si hay menos material para trasladar, se traduce en que habrá menos costes y, por tanto, menos contaminación para el planeta. Si utilizamos energías limpias como las energías renovables, estaremos haciendo un inmenso favor al medio ambiente.
Reciclar
Como los productos están pensados para ser reciclados desde su proceso de fabricación, el esfuerzo que supone fabricar nuevos productos también se minimiza de forma considerable.
Además, los desechos que se generan siempre se pueden reutilizar y rentabilizar dándoles salida hacia otros negocios. ¿Sabías que a partir de las aguas residuales pueden extraerse fertilizantes para los campos de cultivo?
La legislación europea nos obliga a que, desde el año 2020, la mitad de los residuos municipales sean reutilizados o reciclados. Esta cifra debe ir aumentando progresivamente hasta llegar al 65% de residuos reutilizados o reciclados.
Respecto a los envases, el 70% de los residuos de envases tendrán que ser reciclados. Además, se comenzará a recoger selectivamente ciertos tipos de residuos, como los residuos domésticos considerados peligrosos, los residuos biológicos y los residuos textiles.
Todos los envases de plástico deberán ser reciclables, cuya estrategia la adoptó la Unión Europea (UE) en el año 2018. Dicha estrategia obliga a que el 100% de los productos envasados con plásticos tengan que ser reciclables.
El gran ahorro tanto material como energético que deriva de este sistema se traduce a su vez en una reducción del precio final del producto para los consumidores.
Tenemos que trabajar todos juntos para alargar la vida útil de los productos, aprovechándolos al máximo mediante actualizaciones, reparaciones o usos en común de los mismos.
La prioridad para los consumidores no debe ser comprar cosas nuevas y tener las últimas tendencias del mercado, sino tener productos que funcionen correctamente.
Si comenzamos a idear los productos pensando en su posterior reciclaje, podemos llegar a evitar el 90% de los residuos, sin que se generen pérdidas para las empresas y para los consumidores.
Exprimir al máximo los recursos es posible, es rentable y es necesario. Entre todos podemos preservar la salud de nuestro planeta para las generaciones futuras que están por llegar.
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